A través de su obra, El origen de las especies, Charles Darwin, hoy se conmemora el aniversario de su fecha de su nacimiento, nos mostró el sendero del progreso evolutivo de los seres a través del tiempo.
Si echamos la vista atrás, es fascinante lo que el hombre ha conseguido, la evolución que hemos sido capaces de desarrollar durante miles de años.
En el fondo, no somos más que animales, aunque estamos dotados de una inteligencia superior al resto de seres del planeta, a veces cuesta creerlo, el que seamos más inteligentes me refiero, pero nuestra esencia animal está ahí.
Se evidencia, sobre todo, cuando nos sentimos amenazados; tenemos miedo, ira, y de un modo más primario, cuando nos falta el alimento. Es entonces cuando nos mostramos sin adornos como lo que somos, depredadores, al más puro estilo salvaje, y nuestra vorágine no tiene límites.
Esto lo podemos observar a diario con el uso que hacemos de nuestra casa, el planeta. La explotación de los recursos naturales y la devastación que producimos sin pensar en generaciones venideras.
No tenemos una visión de futuro como especie, sí, tenemos planes que compartimos con otros colectivos, naciones, pero en el fondo son unas vestimentas que nos ponemos para embutirnos de conciencia y de buenas intenciones para poder dormir mejor por las noches.
Queremos las cosas ya, y no nos importa el coste. Incluso los políticos que gobiernan los países del mundo, cuando intentan proponer un proyecto donde se toquen los bolsillos o nuestro estado del bienestar a corto plazo, son desacreditados y nos rasgamos las vestiduras.
La política ha cambiado sustancialmente, solo se apuesta por proyectos cuyo horizonte más lejano, sean las próximas elecciones. Todo lo que transcienda de esos espacios temporales, no genera rédito electoral y por tanto se descarta.
Lo que hemos ido destruyendo a través de cientos de años, no se arregla en cuatro años y, por tanto, entramos en un bucle de inoperancia que va tomando tintes cada vez más dramáticos, en cuanto a su resolución final.
Llegados a este punto, a mi modo de ver, todo queda supeditado a la conciencia del individuo como ente primario, y solo si todos los individuos actúan al unísono y en una misma dirección se podría obtener un cierto resultado satisfactorio. Esta perspectiva es sin duda desalentadora, pero es la que hay.
«Solo sobreviven los más aptos», si la teoría evolutiva de Darwin se cumple y hay un momento en el que necesitamos una evolución como especie, es sin duda ahora, no a nivel tecnológico, sino en el plano biológico, si nuestro cerebro tiene espacio para recorrer otros caminos es el momento de que ocurra, de hecho, ya vamos tarde.